29 agosto 2007

Todo pasa y todo queda

Durante los últimos días me he enterado del fallecimiento de dos personas que participaron en mi educación básica/media en los años que estudié en el Liceo Parroquial San Antonio.

En mi epoca de estudiante de colegio siempre fui ordenado y responsable, pero como todo niño/adolescente tuve ciertas reticencias a entender/aceptar la doctrina que nos inculcaban los profesores y curas que impartían la educación. En particular, dudaba de los dogmas y verdades absolutas.

Dentro de los curas españoles, pertenecientes a la congregación, existieron 3 personas que recuerdo principalmente: El padre Pablo, el padre Miguel y el hermano Ramón.

El padre Pablo, se caracterizaba por su baja estatura, su tez rojiza y por tener siempre un cigarro en la mano. Persona de caracter fuerte y bonachón. Lo recuerdo principalmente por que era el padre que prefería para las confesiones ya que solía tener la palabra precisa y consiliadora para fomentar la instrospección personal. Lamentablemente nos dejó el año pasado.

El hermano Ramón, fue el rector del colegio en mi enseñanza media, principalmente lo recordé por desiciones que a mi parecer no fueron las más acertadas (como quitarle privilegios, beneficios y deberes al grupo Scout del Colegio). Su fallecimiento se produjo a principios de semana.

El padre Miguel, se caracterizó por su fuerte caracter y manera directa de decir las cosas. Siempre hablaba fuerte y solía repetir la frase "no hay imposibles, sino imposibilitados". En un principio esta actitud me parecia chocante, como joven que deseaba armarse una vida, este continuo acoso verbal me era molesto. Ahora, con el tiempo y los años a cuestas, pienso distinto y valoro la actitud de el padre Miguel, pese a que fue con el que menos compartí quizás es con el que más me identifico y recuerdo. Por lo mismo la noticia de su fallecimiento la semana pasada me tomó por sorpresa y con tristeza.

Ojalá que todos ellos se encuentren bien donde quiera que estén.

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